
Música, baile y pantomima que tenía como eje sonoro un tambor llamado Bomba. En su origen se cantaba por los esclavos en su idioma pero posteriormente se cantó en español. Los cantos son entonados por un vocalista al que le va respondiendo un coro. De origen rural se desplazó a los suburbios urbanos hasta llegar a las grandes orquestas de Puerto Rico.
En ese medio fue naciendo una expresión de canto, música, baile y pantomima, que con el tiempo devino vehículo comunicativo afropuertorriqueño. Tenía como eje sonoro un tambor llamado bomba, alrededor del cual se alzaba el canto y el baile. Ese percusivo dio nombre a un género musical caribeño que ha llegado hasta hoy: la bomba.
El sistema opresivo de la esclavitud dejaba muy poco margen para la realización del negro como ser humano. Largas y fatigosas faenas en los campos de plantación o en los trapiches del ingenio, condiciones de habitat infrahumanas, trato cruel y ausencia casi total de distracciones. Sólo le quedaba como válvula de escape la celebración del Día de Reyes, y algunos domingos en que sonaba el tambor, y se levantaban los cantos de bomba.
Sirvió la música para cantar las penas, los sucedidos, los sentimientos del hombre negro en el ámbito cotidiano que le imponía la realidad colonial. Y, más tarde, fue instrumento de cohesión y de lucha contra esa realidad infamante, y sus estrofas dieron cabida al afán de libertad.
Si en los primitivos cantos de bomba se usaron vocablos de raíz africana, con el tiempo estos se fueron articulando con voces castellanas, y fue surgiendo un nuevo lenguaje expresivo. Una antigua pieza sirve de ejemplo a esta fusión lingüística:
¡Ayá, bomba, quinambó!
íqhé, ohó, Mano Migué!
¡Ayayá, sagú, carúl
¡Ohé, ohé, quinombó!
Pero el idioma español, como signo de la cultura dominante, prevaleció. Y los cantos, en las voces de negros, mulatos y blancos