
El Bolero cubano entró a España por el Puerto de Santander y otorgó a la capital de Cantabria el honor de ser la NOVIA DEL BOLERO EN ESPAÑA
¿Por qué es Santander la ciudad de España con más tradición de bolero, donde más conciertos de bolero se ofrecen al año y donde más grupos de bolero hay en España?
La respuesta siempre es la misma: gracias a su puerto, que ha sido – y sigue siendo- el principal motor del desarrollo de la ciudad más romántica de España, pues el comercio transatlántico enraizó el bolero en Santander. La pervivencia del bolero en Santander es pues consecuencia del hecho de que durante 150 años el puerto santanderino mantuvo unas comunicaciones privilegiadísimas con América; unas comunicaciones que empezaron en 1765 con barcos a vela y que se intensificaron desde 1859 con barcos a vapor, estableciéndose desde 1861 (este año 2011 hará 150 años) la concesión de vapores correo al cántabro D. Antonio López (Marqués de Comillas) que estableció una comunicación mensual fija con La Habana, Veracruz o Montevideo.
Cartel que sigue en el muro del «Mercado del Este» Santanderino
La relación secular que une a Santander con Cuba y muchos otros países americanos, especialmente desde que en 1765 se permitiera al puerto santanderino comerciar con los puertos americanos ha dejado una huella indeleble en el carácter de los santanderinos. Poco más de cien años después de nombrarse puerto real con comunicación directa con América, en Santiago de Cuba, la entonces capital de la provincia española de Cuba, se cantaban los primeros boleros según el musicólogo cubano Esteban Pichardo, que nosotros en nuestro blog hemos denominado «protoboleros» y que el lector puede conocer en este enlace
1 http://tempodebolero.blogspot.com/2009/12/en-2010-el-bolero-cumple-125-anos.html
A tenor de este estudio de ProBoCa, podemos afirmar sin ninguna duda que ya Santander llevaba casi 130 años de comunicación directa con Cuba antes de que en la isla apareciera formalmente el bolero en 1893. Históricamente, corresponde a los españoles señalar la realidad incontestable de que Cuba era entonces una provincia española (y que por lo tanto Pepe Sánchez tenía nacionalidad española) y a los santanderinos les cabe señalar que el último gobernador de la provincia española de Cuba fue precisamente el santanderino Arsenio Linares Pombo, que vivía en el Santiago de Cuba de Pepe Sánchez.
Podríamos incluso señalar que la madrina del héroe José Martí era de Santander (de Maliaño más precisamente) y vivía en Santander, para seguir abundando en la idea de la importante presencia santanderina en Cuba, pero bastaría con señalar que los montañeses eran la primera comunidad en Cuba a finales del siglo XIX, seguidos por los asturianos y los gallegos y en este sentido podríamos abundar en nombres de indianos como el Marqués de Comillas, el Marqués de Valdecilla, el Marqués de Manzanedro, el Conde de Mortera, etc. que tuvieron relación directa con las comunicaciones transatlánticas cubanas.
Santander ha estado presente viviendo directamente la evolución primera del bolero en Cuba, especialmente desde que en 1859 se inaugurara la era de la comunicación con vapor entre Santander y América. El evento lo protagonizó el vapor «LA CUBANA» («hermana de «La Montañesa» inmortalizada por el escritor santanderino José Mª de Pereda en su obra «Sotileza»), que zarpó el 24 de Mayo desde el puerto de Santander, llegando a la Habana en 21 días.
«La Cubana» en el puerto de La Habana
En el año 2009, nos hicimos eco en este blog de un aniversario no celebrado en Santander al cumplirse 150 años de la inauguración del servicio de correos a vapor desde Santander a La Habana en 1859. Un hecho que a pesar de marcar un hito de excepcional importancia en la historia comercial santanderina, pasó con la misma indiferencia con que las autoridades muestran hacia el bolero y la habanera.
Y si bien pudo pasar desapercibido el evento histórico (pues la memoria es frágil), es imposible que nadie desconozca la importancia del bolero y la habanera en Santander, vestigios sentimentales de estos 150 años de comunicación privilegiada con Cuba y el resto de América. De este modo, sin necesidad alguna de celebraciones conmemorativas, el pasado histórico de Santander se mantiene vivo en Cantabria como testimonio viviente de la secular relación con América.
Un relación anterior aún a la era del vapor que no sólo fue de índole comercial, sino que ha dejado en Santander una huella indeleble en estos estilos musicales que son la habanera y el bolero, y que representan ese modo especialísimo de sentir y vivir la vida muy cercano al modo de sentir Americano o, si se prefiere, hispano o «latino» que dejaron los indianos montañeses como su herencia sentimental. El bolero en Cantabria, mantenido hasta nuestro días en plena forma, se convierte así en el patrimonio cultural inmaterial del indiano montañés.
250 años de comunicación transatlántica en Santander dejaron imágenes como esta de su muelle. El 12 de Octubre de 1765, Santander fue nombrado puerto real para las comunicaciones con América
150 años es un número redondo para celebrar, sobre todo cuando el evento lo protagoniza un cántabro ilustre: Un 11 de septiembre de 1861, D. Antonio López, montañés nacido en Comillas, consiguió la concesión para el servicio de correos con América y de este modo Santander se convirtió en el puerto con las mejores comunicaciones transatlánticas con toda América, propiciando una numerosísima y enriquecedora comunicación de productos, costumbres, personas, costumbres y modos de sentir, expresarse y cantar, dejando la habanera y el bolero como vestigios sentimentales de aquellos años de comunicación ensanchados -pues ya estaban abiertos desde 1765- gracias al Marqués de
Comillas. Quizá si el 11 de Septiembre de 2011 las autoridades culturales santanderinas tienen a bien considerar la importancia del 150 aniversario la definitiva adjudicación del servicio de vapor de correos al indiano Antonio López – primer Marqués de Comillas- y por fin se valore la importancia de la relación entre Santander y América y por ende la importancia de cuidar el bolero en Cantabria como patrimonio cultural inmaterial del indiano montañés.
- Antonio López, Marqués de Comillas, impulsó las comunicaciones transatlánticas santanderinas convirtiendo en 1869 a Santander en el principal puerto Español gracias a una espléndida comunicación con América.
Si la época dorada de la comunicación transatlántica santanderina coincide precisamente con los años de aparición y expansión del bolero (en Santander hubo comunicación DURANTE 104 AÑOS, CON LA HABANA mediante transatlánticos de vapor desde 1859 hasta 1963), no es extraño encontrar inusitada la vivacidad del bolero y la habanera en Santander. 250 años de comunicación privilegiada con América no podrían pasar sin dejar alguna huella en el carácter de los santanderinos y de este modo, Santander luce en actualidad orgullosa su pasado ultramarino y sigue en este siglo XXI como siempre: «Mirando al mar».
«Mirando al mar» bolero de Jorge Sepúlveda (2) dedicado a Santander
Bajo el palio de la luz crepuscular,
cuando el cielo va perdiendo su color,
quedo a solas con las olas espumosas que me mandan su rumor.
Ni un lejano barquichuelo que mirar,
ni una blanca gaviota sobre el mar…
Yo tan sólo recordando la aventura que se fue,
la aventura que en tus brazos amorosos disfruté,
bajo el palio sonrosado de la luz crepuscular.
Mirando al mar soñé que estabas junto a mí.
Mirando al mar yo no sé qué sentí,
que acordándome de ti, lloré.
La dicha que perdí
yo sé que ha de tornar,
y sé que ha de volver a mí cuando yo esté mirando al mar…
(2) Jorge Sepúlveda, nombre artístico de Luis Sancho Monleón (Valencia, 8 de diciembre de 1917–Palma de Mallorca, 16 de junio de 1983), fue un cantante español de boleros y pasodobles
En España no existe ninguna otra ciudad que ofrezca más de 500 conciertos de bolero anuales. Ni tampoco existe una ciudad en España con la mitad siquiera de los 16 grupos de bolero que hay en Santander. Y de Santander no sólo es el trío más veterano de España (el trío «Los Brisas«, que en 2012 cumplirán sus 60 años sobre los escenarios con idéntica formación a la que tenían en 1952), sino que aún puede escucharse a Alberto Lemaur cantar boleros, 66 años después de fundar el trío de bolero «Los tres del Norte» en el Santander de 1945. Santander tiene al antiguo trío de bolero «Piedras Blancas«, que hicieran una gira mundial en los años 60 y 70 cantando bolero, reconvertido en el popular trío «Carabelas«, y aún Pepín García Blanco sigue subiéndose a los escenarios santanderinos cada jueves, cantando como lo hizo cuando con su trío «Covadonga» actuase en la Televisión Española recién creada en 1968.
El trío santanderino «Los Brisas», fundado en 1952, continúa con sus mismos componentes en la actualidad los hermanos Víctor y José Luis Santiago y Julián Rodríguez «Nanín», cumplirán en 2012 sesenta años en los escenarios, y son por lo tanto uno de los tríos de bolero más veteranos del mundo
No es pues tan extraño que en Santander existan dieciséis grupos de bolero. Lo extraño sería no preguntarse porqué en las tabernas de Santander se escuchan cantar espontáneamente bolero y habaneras en este siglo XX y lo extraño sería que su bahía (considerada una de las más bellas del mundo) no inspirase temas tan románticos, y que una ciudad volcada al mar no se influenciara por la relación más importante que ha mantenido en su historia: su relación secular con América.
Entrada a la bahía de Santander. En primer término, la península de la Magdalena, residencia veraniega de los reyes de España en los primeros decenios del siglo XX, detrás, las playas del Sardinero, donde en las verbenas de sus famosos «Baños de Ola» se interpretaron los primeros boleros en España, en la antigua «Plaza del Pañuelo».
Desde el 12 de Octubre de 1765 (en el que Santander se declaró el segundo puerto español con permiso para comerciar con América, rompiendo la exclusividad del de Cádiz y Sevilla para tal fin, sobre todo tras la creación en 1740 de la Real Compañía de Comercio de La Habana), la actividad portuaria convirtió a un pueblo de pescadores en una de las ciudades más prósperas de España, acercándola de un modo tan importante a América que resultó siempre más sencillo embarcarse a Cuba o a Méjico que visitar Madrid desde Santander y más en aquellos tiempos. De ahí que la presencia montañesa en América fuese tan importante y del mismo modo, que la presencia indiana en Cantabria siga siendo en la actualidad un motor importantísimo de su economía.
Se equivocan los que piensan que los indianos sólo trajeron a Cantabria su dinero, pues trajeron algo más valioso: su modo de sentir, de vivir el amor, y con ello, la banda sonora que les acompañó en América en los mejores años de su juventud: el bolero y la habanera. Mientras que la segunda se circunscribe a la zona costera, el bolero – herencia sentimiental del indiano montañés- pertenece al acervo cultural de varias generaciones de cántabros que lo heredaron de sus convecinos indianos, traídos de América y plantados junto a sus palmeras y sus casonas de indianos. Santander es el único lugar del mundo que ha erigido una estatua a un bolerista español: a Jorge Sepúlveda, quien dedicó a la ciudad varios boleros, entre ellos, su famoso bolero «Santander».
–https://www.youtube.com/watch?v=GLFPn_WfSc4.
SANTANDER – (Enrique Peiró y Jorge Sepúlveda) Canta: Jorge Sepúlveda
Santander
eres novia del mar,
que se inclina a tus pies
y sus besos te da
Santander
las estrella se van,
pero vuelven después
en tu cielo a brillar.
Yo también
dejaré tu bahía
y un recuerdo en mi vida
que jamás borraré.
Santander,
al marchar te diré
guarda mi corazón
que por él volveré
Al puerto -y a su comunicación con América- se debe el despegue industrial de Santander. Los primeros astilleros santanderinos – las Reales Atarazanas- se situaban en lo que es actualmente la plaza de Cañadío y la actual calle de Lope de Vega, llegando a construir fragatas importantes, como la «Primera de Santander«, la «Angelita» y la «San Martín» en 1855, con 650 toneladas de arqueo. Ya se utilizaron para comunicar con América y llevar el correo, actividad que, a la postre, le diera a Santander su privilegiada comunicación Americana.
Matasellos de Cuba de 1855, el año en que se construyeron en Santander las fragatas “Primera de Santander”, la “Angelita” y la “San Martín” que realizaron numerosísimos viajes a Cuba
Estos astilleros fueron trasladados a Guarnizo por el general Gaztañeta, sucedido por D. José Campillo y Cossío y D. José Fernández de Isla, nombrados «Reales Astilleros«, donde se construyeron buques como la «Soberana«, «Don Juan» y bergantines «Enrique» y «Federico«, así como numerosas fragatas para la Real Armada por orden del ministro Marqués de la Ensenada, quien también ordenó realizar las obras de ingeniería del canal de Castilla para facilitar la traída de trigo a Santander.
Plano de la fundición de La Cavada, el primer alto horno español, en 1786 donde se fabrica con más de 40.000 cañones para armar los navíos y las fortalezas americanas
Ya en 1609, cuando España y los Países Bajos firmaron la paz de los Doce Años y los fundidores flamencos -grandes maestros en estas modernas técnicas- como el liejés Jean de Corte (Juan Curcio), fundando así los primeros altos hornos españoles en 1616, mejorados en 1631 por el luxemburgués Jorge de Bande (George Bande), logra en 1639 fabricar 370 cañones y 18.500 balas y en 1640 las instalaciones de Liérganes y Santa Bárbara habían suministrado a la Corona 1.171 piezas de artillería y 233.360 balas. A mediados de este siglo La Cavada había producido unos 26.000 cañones para los cuales habían hecho falta 10.000.000 de árboles carboneros, 300.000 toneladas de hierro,
20.000.000 de jornales pagados y una inversión de 120.000.000 reales. Desde 1764 a 1781, en que el ejército gestiona los Ingenios, de 6.000 cañones fabricados solo se les da el visto bueno a 3.700, por lo que el ministro Floridablanca le otorga a la Armada su gestión, encargándose D. Francisco Medina quien entre 1783 y 1784 funde 958 cañones, declarándose válidos 800, de este año, quizás para conmemorar esta estupenda campaña es la portalada de la fábrica (El Arco de Carlos III).
Portada de la fábrica de La Cavada, de Carlos III
Así pues, a la importancia de su astillero se unió la de la fundición de Liérganes y La Cavada, que suministró la mayor parte de las piezas de artillería que actualmente permanecen en las fortificaciones americanas como vestigio de un pasado común, que unió a españoles de ambos lados del atlántico en la defensa de sus intereses comunes, como demuestra el batallón montañés que defendió Montevideo y Buenos Aires contra los ingleses, o la defensa de la Habana por el general montañés Luis Vicente Velasco con treinta cañones del castillo contra ciento cuarenta y tres de cada banda de la línea de buques ingleses en 1762.
Luis Vicente Velasco, héroe montañés defensor de la Habana en 1762
A pesar de la guerra hispano-británica, el desarrollo del comercio marítimo transatlántico aumentó considerablemente en las últimas décadas del siglo XVIII y con él, la presencia montañesa en Cuba y Méjico, al tiempo que obligó a la creación de las primeras sociedades de seguros, con «La buena fe«, creada por mercaderes santanderinos en Cádiz en el año 1793, a la que siguió «Nuestra Señora de las Caldas» y culminó con el «Lloyd Cántabro» en 1858. Apellidos como Palacios, Oruña, Mazo, de Vial, de Cueto, Collantes, de Campo (Conde de Campogiro), Heras, López-Doriga, Gijaba, González de Arce, etc. dan fe de la importancia de familias santanderinas involucradas en el comercio transatlántico antes de 1808, a los que se unieron importantes navieros vascos que se asentaron en Santander propiciados por las restricciones legales que el resto de los puertos del norte de España tenían para comerciar con América. El número y la importancia de la burguesía naviera santanderina aumenta muy notablemente en el siglo XIX. La creación de la escuela de Náutica en 1790 convirtió a Santander en un manantial de excelentes marinos.
Carlos III firmó en 1765 la pragmática que permitía a Santander comerciar con América
La Junta Interministerial integrada por los ministros de Estado, Hacienda e Indias, creada por Carlos III en 1763 seleccionó una Junta Técnica de especialistas para garantizar la seguridad de sus Indias, fomentándose aún más las fundiciones de Líérganes y La Cavada. Y al tiempo que se decide impulsar la construcción naval con intención de fortalecer la
Armada, se regulan por vez primera en el mundo los itinerarios fijos y con fechas precisas de salida. En 1764 se promulgó el “Reglamento Provisional que manda S.M. observar para el establecimiento del nuevo correo mensual que ha de salir de España a las Indias Occidentales”. La repercusión más acusada sobre las actividades marítimas comerciales de la época ilustrada surgió de la Real Instrucción de 16 de octubre de 1765 que autorizaba las salidas y llegadas directas desde los puertos españoles de Santander, Gijón, La Coruña, Málaga, Cartagena, Alicante y Barcelona, -además de los ya favorecidos de Sevilla y Cádiz- hacia las islas de Barlovento, Trinidad, Margarita, Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba, incrementándose más tarde la relación de puntos de partida con la inclusión de las Canarias (1772) y destinos americanos como Luisiana (1768), Campeche y Yucatán (1770), Santa Marta (1776). En febrero de 1778 se autorizó la navegación libre a los virreinatos de Perú, Chile y Buenos Aires desde los citados puertos españoles y la pragmática del 12 de octubre de 1778, además de fijar un reglamento y aranceles reales para el comercio con las Indias, aumentaba el número de puertos hábiles para su ejercicio.
Este año considerado como clave en las relaciones comerciales hispanoamericanas, más de doscientos navíos tocaban en La Habana. Este servicio de navíos-correo se creó en base a una empresa naviera estatal llamada «Correos Marítimos», cuya administración se confió a la Real Renta de Correos de España e Indias, y cuyos ingresos se formaban con fletes de la correspondencia y las cargas, además del transporte de pasajeros.
El perfil de Santander ligado a La Habana, a la dinamita de su explotación minera para la industria de cañones, a los astilleros para la Armada y trajinar de sus gentes de mar, le supuso el sobrenombre de «La marinera«. Aún en este siglo XXI, el himno popular de Santander es una habanera titulada «Santander la marinera«. La solicitud de pasaporte más antigua que se conserva en Santander para viajar a América es de 1785 (de la época de Carlos III) y hará 226 años en este año 2011.
Habanera santanderina «Santander la marinera» – (Canta su autor: Chema Puente)3
Paseando por tus calles,
me encontré un son de habanera
quizás la perdió un soldado,
que de Cuba regresó
Se me enredó en la memoria,
me hizo un tiempo compañía,
y una racha de nordeste,
y una racha de nordeste
a tus calles devolvió.
Santander la marinera,
es la que más quiero yo,
la que tiene azul el alma
y al viento su corazón.
La que crió a Sotileza,
la del hablar cantarina
en el tendal ropa blanca
y un jilguero en el balcón.
Me tienes a ti atrapado,
en una red invisible
trincado al Barrio Pesquero
y a San Martín de la Mar.
Siempre regreso a tu brisa,
y a la luna en la bahía,
y por lejos que me encuentre,
y por lejos que me encuentre
tu faro siento brillar.
Hay dinamita en tu entraña
y el trajinar de los muelles,
viento sur enloquecido
y una blusa azul de mar.
En Puerto Chico te espero,
frente de Peña Cabarga,
ponte el pañuelo encarnado,
ponte el pañuelo encarnado
y vamos a pasear.
Con el reinado de Carlos III, el puerto Santanderino centralizó toda la expansión de la ciudad pues debía satisfacer no sólo las exigencias de un creciente comercio, sino las propias de esta creciente burguesía mercantil. Para satisfacer la primera, se ampliaron y mejoraron los muelles de atraque, especialmente desde la orden del 12 de Octubre de 1778 (en el que se confirmó a Santander como el único puerto del Norte de España con permiso para comerciar con América) y con la creación el 28 de Noviembre de 1785 del Real Consulado de Santander, quien encargó a los ingenieros D. Fernando de Ulloa y D. Juan Escofet y al capitán de fragata D. Francisco de Colossía la mejora de calados, fondeaderos y muelles. De aquel entonces se conservan aún en Santander varios navíos mercantes, en la Península de la Magdalena.
De igual modo, se consideró prioritaria la comunicación con Castilla, reconstruyéndose el camino construido entre 1747 y 1753 dañado por el temporal de 1775 que se llevó puentes, y abriéndose así entre 1787 y 1789 un camino que permitió traer a Santander la harina de Castilla, surgiendo hasta veintiséis harineras que convirtieron a Santander en el principal puerto harinero de España.
Aún hoy se dice en Cuba la expresión «Esto es Harina de Castilla» que significa lo mismo que nuestro dicho de llamar «al pan, pan y al vino, vino». Por todo el «Camino Real» se construyeron harineras, movidas por la generosidad de los ríos de la montaña e incluso por efecto de las mareas del Cantábrico. La importancia harinera hizo que el tradicional comercio de lana con Europa se desviase a otros puertos del norte peninsular. Santander, si bien mantenía un fluido tráfico marítimo con toda Europa, se focalizó en América hasta el punto de que sólo en 1860 se registraron estos nuevos barcos en Santander: 12 fragatas, 19 Corbetas, 22 Bergantines y 9 goletas (barco de factura norteamericana -aunque de origen holandés- de gran aceptación por los armadores santanderinos), alcanzando las 130 fragatas y «clippers» de cuatro palos. Las Corbetas eran un agrandamiento de las fragatas y todas (como las famosas «De repente«, «Atrevida» y «Proserpina«) realizaron la mayor parte del comercio santanderino no sólo con América (principalmente Cuba, Puerto Rico, Méjico, Colombia y Venezuela), sino con el Río de la Plata y con Filipinas, comunicándose también con algunos puertos norteamericanos.
Fotografía del muelle de Santander en 1867
Además de harina y barriles, estos mercantes veleros transportaban alimentos, hierro, vino, paños, papel, libros, etc. y también cerveza, pues existían en Santander cuatro fábricas de excelente reputación, entre ellas la de D. Antonio del Campo marqués de Campogiro – Cruzcampo– (que dedicó el bergantín «El cervecero» exclusivamente a este transporte) y traían al puerto santanderino azúcar, cacao, tabaco, algodón, cueros, aguardiente de caña, caoba, cochinilla para los tintes, etc. En 1807 se adquirió el «Peña Cabarga«, el primer buque de la compañía «Santanderina«, de cuyos colores (blanco y rojo) surge la actual bandera naval de Santander, seguido en 1808 por «Peña Agustina» y «Peñas Rocías«, que realizaban el viaje a Buenos Aires, Cuba y Tampa. No podemos dejar de nombra desgraciadamente que dos fragatas y dos corbetas matriculadas en Santander fueron empleadas entre 1815 y 1817 en el transporte de esclavos negros desde África a América.
Puerto de Santander a mediados del siglo XVIII
Y es que Santander se lo debe todo a su puerto. La bellísima imagen de la bandera rojiblanca arbolada en las fragatas y corbetas de su puerto, que llegó a superar las doscientas en los años 1760 y 1875 era espectacular. La fragatas, que cruzaban vergas en sus tres palos con velas cuadras o redondas (las más clásicas) no eran menos espectaculares que las corbetas de velas de cuchillo (más aerodinámicas) que cruzaba vergas en el palo mayor y en el de mesana. Los Bergantines, de solo dos palos, llegaron a contarse hasta los cuatrocientos matriculados en Santander y algunos de ellos como «El Vengador» y «La pasiega» se reconvirtieron en Bergantines-goletas de tres palos, con velas de cruz en el trinquete y de cuchillo en el palo Mayor y en el de Mesana, llegando a desplazar más de 250 toneladas.
A estas grandes embarcaciones, hay que sumar hasta nueve tipos distintos de barcos mercantes más pequeños como Goletas, de dos palos, Balandras (o Cutters) muy usadas por contrabandistas y corsarios ingleses por su velocidad, Cachemarines de tres palos, más usadas para cabotaje y pesca, Lugres, que se usaban en cabotaje, pesca e incluso armados como barcos de guerra, Pailebotes o buques piloto de unas 50 toneladas y los Paquebotes que mayoritariamente se encargaba de recoger correspondencia en los
diferentes puertos del norte de España para centralizarla en Santander, llegando incluso a realizar travesía Atlánticas de Correos, especialmente desde 1808 por decisión del Ministerio de Marina, fundándose en La Habana en 1828 como empresa de correos el «Banco de Fomento y Ultramar», que estuvo funcionando hasta el 18 de Abril de 1851, utilizándose novedosos vapores correos de la marina española «Habana«, «Caledonia«, «Conde de Regla«, “Velasco” , «Fernando el Católico» e «Isabel la Católica«, todos ellos de ruedas. Llegaron a comunicar La Habana y Puerto Rico con puertos como Vigo, El Havre y Liverpool cada once días. El vapor se hace más presente en Santander y en 1854 se inaugura la primera fábrica a vapor en Cajo, para moler harina, que se especializaría en la fabricación de galletas.
Muelle de Santander en 1884
Además de toda esta importante actividad del puerto santanderino, es importante destacar que embarcados en sus fragatas, fueron muchísimos los montañeses que decidieron marchar a América, que entonces se denominaban «las indias» y que propició que fuesen conocidos aquí como «indianos». Para seguir el rastro de los muchos indianos montañeses que salieron hacia América, tenemos tres fuentes principales: Por un lado, el Archivo Histórico Provincial de Cantabria, que conserva un fondo (actualmente en el Gobierno Civil y dentro del mismo la sección de Pasaportes) con legajos o cajas conteniendo la documentación original que se originaba a partir de las solicitudes de pasaporte por parte de los pasajeros que deseaban trasladarse a América, principalmente por el puerto de Santander, pues se requería pasaporte tanto para viajar a ultramar como para viajar al interior, clasificados por el día en que se solicitó el visado para América, y que dispone de cerca de 6.000 pasaportes de indianos que salieron de Santander. En estos libros de asiento de concesión de pasaportes se anotaba el nombre y apellidos del pasajero, la fecha en que se expedía, su naturaleza, edad, estado civil, el destino, barco de transporte y una descripción física del propio pasajero. De este modo, la solicitud de pasaporte más antigua es de 1785 y la más reciente de 1863, año en que se dejó sin efecto el requisito de la obtención de pasaporte para Ultramar y bastaba la presentación de la cédula personal4.
- Estos archivos pueden consultarse en esta dirección: http://www.culturadecantabricom/archivo_provincial.asp
En segundo lugar, tenemos la documentación generada entre Junio de 1846 y Diciembre de 1862 por otro trámite paralelo al anterior, consistente en la obligatoriedad por parte de las autoridades de notificar a través del Boletín Oficial de Santander (hasta 31 de Diciembre de 1858) y del Boletín Oficial de la Provincia de Santander (a partir del 1 de Enero de 1859), las solicitudes de los pasajeros que tuvieran su residencia o vecindad en Cantabria.
En tercer lugar, y dado que Cuba fue el destino principal de los mozos de Cantabria en servicio militar entre 1828 y 1900, se originaron por parte de los municipios unas listas para el establecimiento de las quintas del Ejército y la Marina que se enviaba a la Comisión Provincial, dependiente de la Diputación. Este proceso radicaba básicamente en los ayuntamientos, que se encargaban de realizar las listas de mozos a partir de los datos recogidos en los padrones, los libros de bautizados y, solamente a partir de 1892, de las actas de los registros civiles. De este modo, podemos cifrar en más de 20.000 montañeses que viajaron a Cuba en los últimas décadas del siglo XIX.
Primer anuncio de los «Baños de Ola» santanderinos, aparecido en «La gaceta de Madrid» el 17 de Junio de 1847
Según Esteban Pichardo, musicólogo cubano, ya alrededor de 1850 se escuchaba en Santiago de Cuba melodía que se ajustaban a los cánones que con el nombre de «boleros» después tomarían el rango de género musical, sobre todo a raíz de la partitura «Tristezas» compuesta por Pepe Sánchez en 1893. Pues bien: en aquella época, Santander ya era reconocido como un centro de ocio y recreo, como demuestra el anuncio aparecido el 17 de Junio de 1847 en «La Gaceta de Madrid». De este modo, a la importante afluencia de pasajeros que llegaban de América y de Cuba en particular entonces, se une la afluencia de veraneantes a sus «Baños de ola«, que supusieron no sólo el principio del desarrollo turístico de la ciudad, sino el escenario cultural idóneo para que se interpretaran durante los cuatro meses del veraneo de entonces zarzuelas y muchas músicas creadas en América, interpretadas por músicos americanos y, sobre todo, propiciaba un nutrido grupo de consumidores de música y ocio ávidos de nuevas innovaciones, de nuevas melodías. Entre ellos, los propios «indianos» que se traían las melodías que les recordaban su estancia en América.
Anuncio aparecido en el Norte de Castilla, un periódico editado en Valladolid, en Julio de 1873 nótese que los hoteles de entonces disponían de salón de conciertos
La importancia que tenía ya a mediados del siglo XIX el puerto santanderino en lo que a comunicaciones transatlánticas con América se refiere, sufrió un importante auge gracias a unas infructuosas adjudicaciones de la contrata de correos santanderina en esos años, lo que propició la aparición de otras compañías paralelas. Esto ocurrió tras concederse la contrata de correos a la compañía Zangróniz (Compañía transatlántica de Vapores españoles), que utilizó por vez primera el puerto de Santander como principal puerto de correo en 1859 con los vapores «Vigo» y «Habana» que por desgracia sufrieron numerosos accidentes, lo que por incumplimiento de los horarios obligó al ministro Narváez el 7 de Abril de 1856 a finalizar su contrata, sucediéndose varios concursos (entre ellos uno adjudicado a la empresa «Los catalanes» -Tintoré, Martorell y Golart- que duró pocos meses). Prosperaron entonces dos iniciativas privadas de grandes navieras: la de Robert Sloman y la de Alejandro Juan Sixto de Geisler, que habían aprovechado los años de infructuosas adjudicaciones para establecer su propio servicio entre Europa y América con salidas y escalas en Hamburgo, Santander, La Habana y Nueva York, con fragatas de vela apoyadas por un propulsor a vapor subsidiario. Geisler se decidió a adquirir dos vapores de vapor a hélice. «La Cubana» (que llegó por primera vez a Santander el 23 de Mayo de 1859 causando una grandísima admiración, y «La Montañesa» (inmortalizada por D. José María de Pereda en la novela «Sotileza«). No eran la únicas fragatas a vapor que comerciaban desde Santander, pues las crónicas santanderinas de 1859 recogían que sólo en el mes de julio entraron en el puerto de Santander 39 grandes vapores. «La Cubana» llegó a La Habana el 14 de Julio de 1859, tras 21 días desde dejar el puerto de Santander, capitaneada por D. Antonio Pradera. De igual modo «La Montañesa«, con una máquina a vapor de 360 Caballos y con precios más baratos que «La Cubana» (entre 2.200 reales en 1ª y tan solo 500 en Sollado) se abarrotó con 292 pasajeros zarpando el día 19 de Agosto de Santander, llegando a La Habana también en 21 días, capitaneada por D. Santiago Mier.
En 1860 contaba Santander con 70 grandes veleros y siete vapores, ensanchándose los muelles y dragándose Maliaño. La ciudad estrenaba ferrocarril e iluminación a gas, recibiendo ese verano la visita de la Reina Isabel II.
Como dato indicativo de la importancia estratégica de Santander, diré que entonces, cuando el gobierno del general O’Donnell inicia una serie de campañas militares en Marruecos, Conchinchina (actual Vietnam), Santo Domingo y Méjico, de Santander salieron buques para todos esos destinos, en especial para la guerra de Marruecos, donde luchó el comillense Antonio López, contagiándose de cólera. Así, por ejemplo, entre el 9 de Febrero y el 23 de Marzo de 1860 salen desde Santander para Marruecos el «San Quintín» y el «General Álava» y el «Velasco» (este último aún a ruedas), así como el «Hércules» y el «San Antonio» rumbo a Ceuta y Rio Martín. Todos embarcaron tropas en Santander, así como pertrechos militares y suministros, en especial la galleta. Afortunadamente, pocos meses después se firmó la paz con Marruecos, volviendo a desembarcar en Santander las tropas. Ese año visitó Santander el correo inglés «Himalaya«, el mayor del mundo entonces (reproducido bajo estas líneas), con la curiosa intención de transportar a astrónomos ingleses a contemplar desde Santander el eclipse de sol que tuvo lugar el 18 de Julio de 1868.
Santander tenía entonces 42.500 habitantes y era un puerto de primera clase. Acaba de estrenar banco propio (El Banco de Santander) y ferrocarril casi directo a Madrid. Armadores como Torriente, Díaz, Roiz de la Parra o Ceballos Bustamante disponían de más de 30 grandes fragatas para el comercio con América, a los que se unían tres vapores hacia Bayona, tres con Bilbao, uno al Liverpool otro a Londres, cuatro a Cádiz, a las que se unen la líneas de Hamburgo y el Havre por la ampliación de las líneas de Sloman (con fragatas a vapor como «Elba«) y «La Cubana» y «La Montañesa» de Geisler, con sus de
2.000 toneladas, que poco después amplía su línea para hacer escala en Southampton (Inglaterra), que comunicaban con América directamente.
Por desgracia, en 1863 Geisler decide vender «La Cubana» en 1865 (que funcionó a partir de entonces como velero puro) y «La montañesa» en 1863 (que fue adquirida por Sloman). De este modo, acaba la época de los barcos de paletas, para aparecer la nueva época de los barcos a hélice.
Vapor «Alfonso XII» entrando en la Bahía de Santander
Finalmente el 11 de septiembre de 1861 se la adjudicó definitivamente al comillense D. Antonio López – primer marqués de Comillas- que realizó desde entonces este servicio de correos entre España y América muy eficazmente, ampliándolo a Filipinas. De este modo, desde 1861 D. Antonio López debe luchar contra estas dos potentes compañías y tras la desaparición de la compañía de Geisler en 1864, decide regularizar el tráfico de pasajeros entre Santander y América y así en 1869 logra fijar unas salidas mensuales hacia La Habana y Veracruz los días 11 y 26 de cada mes. Santander se convirtió en el primer puerto de correos español.
Carta enviada desde la Habana a Santander en época de Isabel II
A estas dos salidas mensuales hacia la Habana, Puerto Rico y Veracruz que realizaba la compañía de Antonio López desde 1869, hay que añadir que a partir de 1870 la mayor compañía de vapores del mundo, la “Pacific Steam Company” decidió incluir a Santander como escala fija de su pasaje, rumbo a Lisboa, Montevideo, Buenos Aires, Valparaíso, Arica, Islay y Callao. El 1 de Junio de 1870 zarpó de este modo “El Chimborazo” de 4.000 toneladas y 800 caballos y días después el “Cordillera”, a los que siguieron el “Islay”, “Galicia” “Lusitania”, “Valparaíso” “Puro”, “Garonne”, “Cotopaxi”, “Colima”, “Patagonia”, “Cuzco” “Illimani” y “Aconcagua”, que fueron todos habituales en el puerto santanderino. La imagen de estos vapores con sus palos de vela de tres piezas altísimos, cuajados de garcia tuvo que ser impresionante. El propio rey español Amadeo I visitó en Santander el “Chimborazo” entre salvas de la fragata “Victoria”, justo cuando encalló frente a la Magdalena el vapor “Panamá” de la transatlántica francesa.
Aunque la Pacific inaugura el “Iberia” en 1871, el mayor barco mercante del mundo entonces fue superado por el “Brittannia”, que entró en Santander el 27 de Julio de 1876, coincidiendo con la llegada de la reina española Isabel II de su exilio francés y con la presencia en Santander de su hijo, Alfonso XII, que visitaron el enorme buque.
“Brittannia”, el mayor vapor del mundo en su época, en Santander
En 1893 embarca en el vapor «Orcana» de la Pacific la escritora Concha Espina desde Santander, reflejando su viaje en la novela «Ruecas de Marfil, naves en el mar«.
En 1898 se incorporan a la compañía «La Santanderina«, el «Peña Castillo» y el «Peña Sagra«, utilizados para llevar mineral de hierro a Glasgow. De igual modo, desde 1860 la compañía Ybarra (vasco-andaluza) tenía un servicio de cabotaje hasta Sevilla y desde 1885 amplió la comunicación con Marsella con los buques «Cabo Trafalgar«, «Cabo Finisterre» y «Cabo Palos«, junto al famoso «Cabo Machichaco«.
Desde el 6 de Enero de 1907 se une las líneas de la Royal Mail Line con dirección al Pacífico, con los buques «Seguro«, «Potaro«, «Panamá» y «Pardo«, y Desde 1910 se inaugura un servicio regular para el Pacífico de la nueva compañía Orient Line (fusionada entonces con la Pacific), de modo que el vapor «Ypirranga» llegó el presidente mexicano, Don Porfirio Díaz5, a visitar al rey de España Don Alfonso XIII, el 18 de Junio de 1911.
- José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, conocido como Porfirio Díaz (Oaxaca, 15 de septiembre de 1830–París, Francia, 2 de julio de 1915), fue un militar mexicano que ejerció el cargo de presidente de México en siete ocasione En total ocupó la presidencia de México por 31 años, una extensión sin precedentes, y cuyo lapso, en la historia de México, es denominado como Porfiriato.
Vapor «Alfonso XIII» en el muelle de Santander
En 1927 se fundó en La Habana el Sexteto Nacional, integrado por Ignacio Piñeiro, director y contrabajo; Alberto Villalón, guitarra; Francisco González Solares, tres; Abelardo Barroso, voz prima; Juan de la Cruz, tenor; Bienvenido León, barítono y maracas, y José Manuel Carrera Incharte (El Chino), bongó; ese mismo año se incorporó el trompetista Lázaro Herrera. Con este septeto viajó a Nueva York, y allí grabó sus primeras obras.
En 1929 participó con el Septeto Nacional en la Feria-Exposición de Sevilla, España; en ese país fueron contratados como artistas exclusivos por la empresa SEDECA, y realizaron una gira por otras ciudades de ese país: Vigo, La Coruña, Santander, Madrid y Valladolid; además, actuaron en los teatros Torero, Jovellanos, el Cine-Teatro Grado, y el cabaret Maicú, todos en Madrid.
Santander tenía siete muelles en Maliaño, que pertenecía a la concesión Manzanedo, el muelle número 1 de la Compañía Ferrocarril del Norte. El 2 de Noviembre de 1941 acababa de llegar de Cuba vapor correo «Alfonso XIII» y a su lado, en el muelle nº 2 donde atracó el «Machichaco» y en el nº 3 el «Navarro» que partió hacia Cuba el 3 de Noviembre, horas antes de que estallase el «Machichaco» alcanzando al mercante «Edén» inglés, al «Vizcaya» de la compañía Ybarra a, francés «Galindo» y algunos otros. Al parecer fue la derrama de una botella de ácido sulfúrico la que originó el fuego que ya era importante a las dos de la tarde. Cerca de 86 bomberos subieron a bordo y sus trabajos atrajeron cerca de 8.000 curiosos, cuando a las cinco menos cuarto de la tarde explosionó la carga de dinamita que llevaba, volando la mitad de proa del buque, adentrando una tromba de agua hasta seiscientos metros en tierra, destruyendo las primeras casa de la calle Méndez Núñez, sobrepasando el millar de muertos y más de 2.000 heridos.
Incendio el vapor Machichaco en el muelle de Santander
En Abril de 1931 hace la primera de sus muchas escalas en Santander el buque «Reina del Pacífico» de 18.000 toneladas (bajo este párrafo). Y ese mismo año en el «Oropesa» llegó el mariscal del Perú Luis Sánchez del Cerro6 (posteriormente presidente del Perú) Como anécdota, en ese mismo viaje se suicidó el Capitán de fragata cubano D. Rodolfo Villegas (nacido en Santander).
El 8 de julio de 1932, a bordo del barco de vapor “Reina del Pacífico” salió el Trío Matamoros desde el puerto de La Habana, junto a la Orquesta Siboney, que dirigía Alfredo Brito, rumbo a España. Llegar a Santander, donde debutan en el teatro Victoria, con gran éxito. Debido a la gran acogida que tuvieron, vinieron los contratos por todo el norte de España. Como consecuencia de los éxitos obtenidos en las presentaciones, los empresarios decidieron que hicieran pronto su presentación en Madrid, donde actuaron en el Circo Price, con una gran asistencia de público. De allí pasaron a Barcelona, donde hicieron su debut en el teatro Novedades, después de la presentación de la zarzuela “Luisa Fernanda”. Recorrieron diversas poblaciones, hasta llegar a San Sebastián, donde actuaron por una semana, y desde donde emprendieron viaje rumbo a Francia.
En la capital francesa el Trío Matamoros actúa por un mes en el Teatro Empire, en el Cabaret Embassy y en el Casino de París, pero su estadía en esta capital se prolongó por un tiempo de dos meses. De París regresaron nuevamente a Madrid, donde se presentaron en el Cabaret Lido y en el teatro Fuencarral. Una vez terminadas estas actuaciones emprendieron viaje hacia Portugal para presentarse en Lisboa, en el escenario del inmenso Coliseo Recreios. De Lisboa pasaron, de nuevo, al norte de España, donde hicieron un recorrido por Orense, Vigo, Pontevedra y Santiago de Compostela. En este último lugar terminaron su gira por Europa. En febrero de 1933, arribaron a La Habana, emprendiendo de inmediato una gira artística por todo el interior de la Isla de Cuba, que finalizó en la ciudad de Santiago de Cuba. Una vez más, regresan a La Habana para actuar en cines, teatros y la radio.
Estallada la guerra, fueron requisados para el transporte de tropas. El «Orduña» fue lamentablemente torpedeado por un submarino alemán U-96 el 6 de Enero de 1936 y el «Reina del pacífico» sufrió una explosión en sus calderas que le hizo inservible, siendo sustituido por el «Reina del Mar» el 7 de Junio de 1955, comenzando su primer viaje a
América desde Santander el 6 de Mayo de 1956.
En los libros de contabilidad de la Compañía Trasatlántica Española (cuyo agente en Santander, Pérez y Cía. S. en C., disponía de libros contables con las anotaciones de los billetes vendidos en este puerto), se conservan importantes datos que reflejan la gran comunicación con América entre 1900 y 1960, en la que desgraciadamente faltan algunos libros. El depósito de estos libros está a cargo del departamento del Archivo Histórico en el edificio del Inter facultativo de la Universidad de Cantabria donde se encuentra todo catalogado. En los libros se anotaba el nombre y apellidos del pasajero, la clase del camarote, el barco en el que hacía la travesía, la fecha de salida, el puerto de destino y el importe. Desgraciadamente si el pasajero viajaba con su esposa e hijos, tanto ella como los hijos no aparecían reflejados con sus nombres ni apellidos.
Por otro lado, las Listas de pasajeros, esta vez de llegada a Santander, fueron publicadas en su día por El Diario de Comercio y también por el periódico El Cantábrico. En ellas se relacionaban los nombres y apellidos de los pasajeros desembarcados y también en este caso, sus esposas e hijos no eran mencionados por sus nombres y apellidos, pero aún así podemos encontrar que hasta 1960 la comunicación marítima del puerto de Santander traía a nuestra ciudad numerosos pasajeros de muchos lugares de América, cerrándose entonces la época dorada de la comunicación transatlántica santanderina que embarcara pasajeros hacia América durante cien años, desde 1859 hasta ese 1960 (anteriormente, desde 1765, ya existía tráfico mercantil con América como hemos señalado), si bien la compañía trasatlántica de Antonio López sigue existiendo en la actualidad, ya no se realizan más importantes viajes en barco desde entonces.
- Luis Miguel Sánchez Cerro (Piura, 12 de agosto de 1889–Lima, 30 de abril de 1933) fue un militar y político peruano, que ocupó la presidencia del Perú en dos ocasione
En este sentido, resulta especialmente interesante el libro «Pasajeros a Ultramar, Julio 1846 a Diciembre 1862. Anuncios en los BOS y BOPS«, Publicado en 2006 y escrito por Fernando Revuelta, en el que se señalan 7.743 pasajeros montañeses que solicitaron pasaporte en Santander para trasladarse a Ultramar. Si ya por sí misma, la cifra de casi
8.000 indianos montañeses saliendo en tan sólo 15 años de Santander tan solo en los barcos de una sola de las nueve compañías navieras que salían del puerto santanderino hacia América permite extrapolar un mínimo de 1.000 indianos montañeses al año que salieron rumbo a América, lo que multiplicado por los últimos 50 años del siglo XIX deja la cantidad de 50.000 indianos montañeses que se marcharon a América antes de que el bolero apareciera en Santiago de Cuba y, lo que es más importante, muchos de ellos y de sus descendientes regresaron de América en los últimos años del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, justo en la época en que el bolero reinaba como género musical en América. No es por tanto descabellado ponderar la importancia de los indianos y su legado sentimental en Cantabria en forma de habanera y bolero. Los datos cantan por si mismos: 16 grupos de bolero en la ciudad de Santander que realizan más de 500 conciertos de bolero anuales.
Nos despedimos con una habanera compuesta por uno de los grupos de bolero de Santander, titulada «Habanera del Soñador«. G.S.M. Grupo Sangre Morena «Habanera del Soñador»
Publicado 18 de Febrero de 2011 por Manuel Encabo en Tempodebolero