
El culto a la belleza, reverenciar todo lo hermoso que pródigamente aparece disperso ante nosotros, constituye una necesidad tan vital como la de alimentarnos.
En tal sentido, admirar lo bello es justamente un modo de robustecer nuestro espíritu. Semejante urgencia se nos hace presente cuando escuchamos al Trio Palabras. Es comprobar que, para apropiarnos de la intensidad emotiva de este inspirado modo de cantar, irremediablemente tenemos que dejarnos atrapar por tanta belleza acumulada. Es la única forma de descubrir el misterio subyacente de esta música: el regocijo que provoca el murmullo del cantar que trae consigo el indetenible avance del arroyo en la búsqueda de un destino que no entiende de estilos ni de épocas.
Estamos ante la presencia de lo bello en sí, expresado en canciones nacidas de las entrañas de nuestra cubana tierra. Escuchar al Trio Palabras en canciones como Tristezas, Pensamiento o Esta vez tocó perder, representa el privilegio de poder ser testigos del encanto mayor de la Trova de siempre, atrapado este en la amorosa cúspide de la tradición de una manifestación musical imperecedera.
Sin embargo, esta permanencia de lo que jamás debe de ser abandonado por la hondura pasional del trio, para nada implica una copia fiel al reproducir ese pasado que nos enorgullece.
La conjunción de las excelentes voces de Vania Martínez como voz prima con Liane Pérez de voz segunda y el sutil acompañamiento de la guitarra de Nubia González, impregnan al resultado artístico de una asombrosa dosis de contemporaneidad.
En conclusión, independientemente de que, en diferentes momentos de nuestra vida cotidiana, la música nos pueda acompañar lo mismo para tirar un pasillo con el éxito de una de nuestras orquestas de moda que disfrutar del virtuosismo de los integrantes de un grupo de jazz, debemos de encontrar el tiempo imprescindible para deleitarnos con la manifestación de lo bello hecho música por medio de la inigualable interpretación del Trio Palabras.
Por Guille Vilar